Pocos jugadores en el fútbol chileno han generado el revuelo que tiene hoy...
Pocos jugadores en el fútbol chileno han generado el revuelo que tiene hoy Carlos Palacios. Irrumpió en Primera División la temporada 2020 y su talento desbordante ha sido objetivo de todos los reflectores, demostrando técnica al conducir el balón, visión de juego, capacidad de filtrar entre líneas y superar al rival en el 1 vs. 1. Y a su gran capacidad con el esférico, le sumó registros de futbolista determinante que favorecieron cuantitativamente a su equipo: ocho (8) goles y seis (6) asistencias en su primera temporada.
Originalmente, Carlos Palacios surgió como enganche. Sin embargo, en la Unión Española de Ronald Fuentes, comenzó a jugar como extremo en sus primeros pasos en Primera División; cargado en banda derecha. Pero no siempre cumplió la labor natural de un extremo, es decir, fijar pegado a la línea de cal y buscar profundizar por su sector, sino más bien, sería común verlo pisando zonas interiores del terreno de juego, moviéndose en la mediapunta e incluso con libertad posicional para llegar a la banda contraria. El novel jugador es inventivo con el balón en los pies, con una capacidad resolutiva en espacios reducidos para escapar de la marca rival y combinar con un compañero.
Si bien Carlos Palacios puede comenzar alguna que otra acción fijando en banda, su mayor incidencia está por el carril interior, generándole así muchas veces el espacio al lateral de su sector para que ataque con mayores libertades al arrastrar marcas rivales hacia dentro, pero también puede ofrecerse situaciones de ventaja para sí mismo, a partir de su ubicación y su conducción de balón.
Busca usualmente verticalizar la jugada; a campo abierto y con espacios, suele tomar buenas decisiones: normalmente ataca zonas a partir de su larga zancada, la cual le permite imponerse muchas veces a sus marcadores, aunque la velocidad con el esférico no sea una de sus principales virtudes (mejorable sensibilidad).
Es un futbolista que presenta muy buenas condiciones para habilitar a sus compañeros a un toque; siendo una de sus principales armas en la frontal del área, pero también en distintas zonas en el campo para apoyar en la circulación, en donde demuestra que puede acumular, cambiar de orientación y/o lanzar al espacio.
Además, aunque su habilidad para asistir es muy buena, también lo es su manejo de diversos registros a la hora de definir la jugada ante el arco rival. Cuenta con un decente disparo de media distancia; siendo su capacidad resolutiva es indiscutidamente una de sus mejores cualidades.
Lo que subsana muchos errores técnicos que pueda tener, como el control de balón o la recepción de espaldas al arco rival, la cual puede corregir con su braceo corporal o con alguna pisada del esférico; lo que hace distinto a Carlos Palacios es su habilidad con la pelota entre los pies, lo que muchas veces lleva al espectador neutral a trasladarse a esas canchas de barrio donde comienzan los sueños: su talento, creatividad y desequilibrio son las de un diamante en bruto por seguir puliendo.
En el aspecto defensivo, su juego no es tan destacado. No es un futbolista presionante en la transición defensiva de su equipo, sino más bien un extremo que realiza acompañamientos-vigilancias y que busca limitar las líneas de pase del equipo contrario en salida de balón. Puede quedar descolgado –en ocasiones– para generar el contragolpe de su equipo.